Liderazgo propio, el líder interno

liderLa parábola de los Creamios y Opajanos.

Dos islas a mitad de un basto océano era la ubicación de dos pueblos, los Creamios que en su traducción significa “los afortunados” y los Opajanos o mejor conocidos como: “los que trabajan inteligentemente”. Los primeros, tenían grandes extensiones de árboles frutales de todo tipo, ricos en frutas y también la porción de mar les daba gran pesca todos los días del año, nada les hacía falta y además, eran los proveedores oficiales de los Opajanos, en el año se celebraban muchas transacciones. Nada preocupaba a este pueblo.

No obstante lo anterior, las transacciones comerciales entre ambos pueblos en tiempos recientes observaban una baja pronunciada, el líder de los Creamios, inquieto por esta situación; decidió un día visitar a sus vecinos y clientes favoritos con la finalidad de establecer un diálogo en vista de la baja en las operaciones de comercio entre ambos pueblos.

Al llegar el líder Creamio con el líder de los Opajanos, le cuestionó respecto de esta situación y obtuvo como respuesta de éste último lo siguiente:

“Muy pronto ya no realizaremos operaciones comerciales con ustedes, hemos trabajado en algo muy importante”

Al escuchar éstas palabras, el Creamio dio media vuelta y regresó de inmediato con su pueblo para compartir estas palabras: ¡He estado con el líder de nuestros vecinos y pronto dejarán de realizar transacciones con nosotros! ¡Algo me suena mal! ¡Debemos cambiar nuestra actitud!, Lamentablemente; sólo obtuvo como respuesta de los convocados unas sonoras carcajadas de incredulidad, ¡Bah!, ¿Qué puede pasar? ¡Todo lo tenemos a nuestro alcance de la mano! ¡No requerimos hacer nada!, tenemos frutos que caen de nuestros árboles y la pesca es abundante.

Al apreciar la actitud de su pueblo, el líder Creamio volvió con sus vecinos Opajanos para indagar más al respecto y ofrecer nuevamente sus mercancías, pero no obtuvo resultados positivos, solamente un

“¡No gracias, seguimos trabajando en nuestro proyecto!”

Intrigado nuevamente por esta situación, trató nuevamente de influir en su pueblo, pero muchos le dieron la espalda y no lo dejaron continuar con su conversación.

Por tercera ves decidió que debía ser más insistente con sus vecinos Opajanos para colocar sus productos, esto debido a que las arcas del pueblo no llegaban los

recursos de las operaciones comerciales habituales y la actitud de su gente no era la adecuada. Para su mala fortuna, los Opajanos le cerraron el acuerdo comercial y además, debido al trabajo en equipo que venían realizando entre todos los habitantes del pueblo, habían pasado de ser consumidores -limitados por su situación geográfica y de recursos naturales-, a ser exportadores de los mismos productos que los Creamios, ganando también el favor comercial de los vecinos de ambos pueblos y desplazando a su anterior proveedor del mercado internacional.

Para mayor infortunio de los Creamios, una huracán colosal devastó todas los árboles frutales, los campos y la fauna marina, ya no había nada de alimento al “alcance de la mano” y el pueblo sufrió el escarnio por su displicencia y oídos sordos ante las palabras de su líder, los lamentos estaban al orden del día y sin saber como actuar, fueron a buscar a su jefe tribal, éste al ver tan ruina y desanimo, le dirigió unas últimas palabras a su pueblo, ¡Yo me largo de aquí!, sólo espero que los Opajanos me acepten y me enseñen a trabajar en forma inteligente como lo hicieron ellos.

Reflexión

Pues bien, esta historia nos deja reflexiones.

La respuesta está inmersa en la historia de esta fábula, sólo debes tener mente abierta y meditarla, pero ante todo, nunca abandones tu posición de liderazgo en la vida, estas llamado al éxito.